domingo, 4 de mayo de 2008

¿Aúpa 'el Logroñés' manque pierda!


De pequeño viví al final de la calle República Argentina. Y una de las cosas que más me llamaba la atención era «la subida al fútbol» los domingos por la tarde, algo tan tradicional en el Logroño de la década de los años cincuenta como «la salida de los toros» en las fiestas de San Mateo. Recuerdo también cómo la diversión principal de los chicos de mi barrio era la de colarnos los domingos en el campo de Las Gaunas. Una vez consumada la acción, que normalmente nos costaba toda la tarde, dado el ahínco con que los vigilantes guardaban el perímetro, unos cuantos no íbamos a ver el partido, sino que nos acercábamos a las casetas donde estaban instalados los bares para recoger platillos de cerveza o de gaseosa, con los cuales jugábamos durante toda la semana a echar carreras o los poníamos en las vías del tren para hacernos «chapas», que luego intercambiábamos como si fueran monedas relucientes. Anda que no le echábamos imaginación ni na.
Entre semana solíamos entrar a «patinar», sin patines claro está, (en mi bario sólo había uno que tenía patines, que eran de su hermana mayor y que se los había traído un tío suyo que se fue a trabajar a Alemania) en una pista circular que existía dentro del recinto, al lado del campo de fútbol y de una pista de atletismo, en la cual, de vez en cuando, disputábamos alguna carrera hasta que salía el 'señor Vitor,' cuidador de las instalaciones, y nos despachaba. Entonces teníamos un dicho: «Aúpa el Logroñés manque pierda» y es que parece ser que por aquella época perdía con bastante asiduidad. Como ya habrán adivinado, mi niñez pasó en el entorno al campo de fútbol de Las Gaunas. Después me hice mayor y mis aficiones fueron por otros derroteros.
Hasta que un día allá por el mes de mayo de 1983, mi amigo y compañero Ernesto Martínez me dice en la oficina técnica de Marrodán y Rezola, donde trabajábamos: «Que ha dicho Villamor que nos vamos a presentar a las elecciones para la directiva del Club Deportivo Logroñés». La verdad es que al principio pensé que era una broma, pero luego me di cuenta de que aquello iba en serio, así que me santigüé. Nunca he sido un aficionado al deporte rey; a mí los domingos por la tarde me gustaba más ir al cine y después al paseo. Pero les oía a mis compañeros de oficina, incluido Ernesto, contar las peripecias por las que normalmente pasaba el equipo capitalino. A Paco, otro compañero, le vi más de una vez romper el carné de socio (en realidad era de abonado) un lunes, después de un partido garrafal. Así que me dije: en buen «fregao» nos hemos metido. Y claro, nos presentamos y salimos elegidos, con Joaquín Negueruela a la cabeza como presidente y Fernando Villamor como «instigador» principal, ayudado con mucho entusiasmo por nuestro común amigo Gregorio y como «reparador mayor sin pretensiones de cobro» del maltrecho Las Gaunas, el constructor Felipe Bermejo. Para que se centren ustedes en la época, Tomás Santos, nuestro actual alcalde y uno de los más afamados periodistas deportivos del momento, hizo la primera entrevista al todavía candidato a la presidencia. Eran los primeros días del mes de junio de aquel año y éste le decía en la entrevista: «Nuestro objetivo principal es el ascenso y el presupuesto no excederá de 45 millones de pesetas». El primer partido «lo jugamos» contra el Arosa, y con lo que se sacó de las entradas, creo que no llegó para pagar al árbitro y los linieres; así estaban las cosas por aquel año. Y tan sólo cuatro años después estábamos en Primera.
Mi misión principal en aquellos cuatro años de directivo, fue la de coordinador de una revista gratuita que creamos para que fuera el cordón umbilical entre los aficionados y el club; su nombre: El Forofo.
Tengo el honor y el orgullo de haber pertenecido a la directiva del Club Deportivo Logroñés que ascendió al equipo por primera vez en su historia a Primera División y que además editó una revista doblemente gratuita durante sus cuatro años de mandato, sin faltar un sólo domingo a la cita con «sus forofos», otro logro importante de aquella directiva. Y digo doblemente gratuita, porque no le costó nada ni a los aficionados ni al club, dado que ésta se autofinanció con la publicidad que en ella se insertaba. También me encargaba de las relaciones públicas con los «chicos de la prensa». Así que los domingos les llevaba bombones y pacharán (para que fueran buenos) a un cuartucho al lado de los vestuarios, al cual llamábamos 'Sala de Prensa'.
Fueron cuatro años románticos y fructíferos, tanto para el club como para los que vivimos aquella aventura. Por eso, cuando veo los avatares por los que está pasando el Club Deportivo Logroñés en estos últimos años siento una pena infinita. Yo siempre he pensado que el club tenía que haber desaparecido por un pequeño lapso de tiempo, junto con su cuantiosa deuda, la cual va a ser muy difícil de liquidar, pero eso no pudo ser o no interesó que fuera así, quién sabe. Es probable que sea por el recuerdo de los tiempos gloriosos de un Club Deportivo Logroñés y su directiva, a la que pertenecí, pero yo sigo esperando que Logroño vuelva a tener un equipo en Primera División, que sea el orgullo de todos los logroñeses, nos guste o no nos guste el fútbol. Así que igual que cuando era niño: ¿Aúpa 'el Logroñés' manque pierda!


Eustaquio Uzqueda

Publicado en LA TRIBUNA DE LA RIOJA, Periódico La Rioja, 11.12.07

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