domingo, 4 de mayo de 2008

Felices ochenta



Sí, ya sé que los famosos felices fueron los 'felices veinte', pero es que yo de los que me acuerdo es de los 'felices ochenta', y me explico. Aunque como ya he comentado alguna vez, pinto desde que tengo uso de razón, en el setenta y nueve fue mi primera exposición individual; recuerdo que expuse en abril y también recuerdo que coincidió con la primera 'huelga salvaje' del gremio del Metal que se hizo en Logroño, y creo que la última (salvaje, se entiende). Estuvimos casi dos meses sin curro, y al final yo no me enteré muy bien de lo que habíamos logrado, excepto estar dos meses sin cobrar. Por entonces yo era del metal, trabajaba en la oficina técnica de Marrodán y Rezola. Pero reivindicar, lo que se dice reivindicar, sí que reivindicamos mucho, y algún 'mecánico' sí que se buscó un buen puesto para toda la vida, con esto de la 'tontería' de la huelga, cosas de 'la transición', sabe usted, qué jóvenes éramos. Yo por entonces empecé mi andadura en el mundo de la plástica, y le tengo un especial cariño a aquellos años. Es probable que sea por lo que ya he dicho de la edad. En los ochenta habíamos dejado atrás la década de los setenta, una época de gran cambio para el país. El 'generalísimo' murió en el setenta y cinco, y el Arte, como otras muchas cosas, caminaba hacia la modernidad con pasos de gigante.


Recuerdo con especial cariño las tertulias en la tienda de marcos y molduras que el pintor Gallego tenía en la calle Calvo Sotelo, sobre todo en verano, cuando se juntaban los pintores Graña y Moreda con el historiador Gabriel Moya, el primero de vacaciones de sus clases en Madrid. Algunas veces también venía un fotógrafo amigo de ellos, que vivía en Barcelona, cuyo nombre no recuerdo; también estaba Mateo Berrueta, que tenía la galería de arte justo enfrente, y que siempre pasaba a enredar. Tanto Graña como Moreda fueron los impulsores de las Colectivas de Pintores y Escultores Riojanos organizadas en los pueblos de Nalda y Alberite, la primera allá por el verano de 1979. La de Alberite se ha perpetuado desde entonces y lleva el nombre de su mentor "Mazacote de barro y Memorial Emilio García Moreda" en memoria del pintor fallecido en 1982, nombre éste, por cierto, "el Mazacote", inventado por Mateo Berrueta, al segundo año de celebrarse la colectiva, como contrapunto de las medallas de oro que tan profusamente se daban en otros eventos artísticos. Esto ocurrió una tarde de verano y con una guitarra en la mano; lo sé porque yo estaba allí, en fin, cosas de Mateo. Siguiendo con esto de las tertulias, Miguel Soriano, pintor y matemático (entre otras cosas) intentó institucionalizar unas tertulias entre artistas riojanos una vez al mes y en un bar de la calle Vara de Rey ya desaparecido, pero la cosa no llegó a cuajar, es probable que debido al individualismo del que hacemos gala todos los 'creativos', quién sabe, igual fue por otra cosa, pero ganas sí que se le puso.


También recuerdo los Salones de Otoño de Cenicero con José David Gangutia, concejal de cultura del pueblo y el pintor Aguado como impulsores del mismo. Y Óscar Llano y un servidor echándoles una mano donde se podía. Una noche, José Antonio Aguado y el que suscribe nos cogimos unas brochas y un cubo con cola de pegar papel pintado y nos fuimos a empapelar Logroño de carteles del Salón de Otoño de Cenicero, sin permiso de la autoridad competente, de esto hará veinticinco años o así. Siempre nos quedara el recuerdo de haber pegado carteles con nocturnidad y alevosía. Qué jóvenes éramos, amigo Aguado.


O las colectivas organizadas por el grupo de arte donde militaba Arturo Steven, actual jefe del gabinete de Pedro Sanz, que en aquellos años tenía grandes inquietudes artísticas. Espero y deseo que cuando deje sus quehaceres políticos siga con ellas.


Creo que por aquella época hubo un despertar artístico bastante importante (no sólo en pintura) a la vez que romántico, aunque un tanto prudente como corresponde a todo lo que ocurre en nuestra comunidad. Ésta no ha sido nunca una tierra de excesos, y en Arte mucho menos. La Administración tampoco ayudó mucho que digamos; yo todavía estoy esperando que vengan a mi estudio a por unos cuadros que me encargaron para el futuro Museo de Arte Moderno, allá por el año 'ochentaypico'. Claro, la verdad es que todavía sigue siendo futuro Museo de Arte Moderno; en fin, cosas de 'la transición', qué le vamos a hacer.


Bueno, lo de poco o mucho ya saben ustedes que siempre es relativo; yo lo comparo con lo acontecido en provincias limítrofes para no irnos muy lejos, y por supuesto, que estamos a años luz del apoyo que han tenido los artistas en el País Vasco, Navarra, Cantabria o Cataluña, por citar algunas comunidades cercanas a la nuestra y del norte de España. Pero bueno, ya saben ustedes lo de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Pues ahí estamos los artistas, con poca de fe y mucha esperanza, para esperar la caridad, cristiana o de la que sea. Amén.

Eustaquio Uzqueda

Publicado en LA TRIBUNA DE LA RIOJA, Periódico La Rioja, 31.01.08

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