martes, 15 de abril de 2008

Prejubilados


De repente me ha entrado el síndrome del prejubilado; ahora mismo les explico cómo ha sido. En mi juventud, éramos una cuadrilla de unos doce amigos, que esporádicamente crecía hasta quince, ya saben ustedes, alguno que venía de fuera u otro que se «apegaba» momentáneamente. Y resulta que el otro día echando cuentas, pues que estamos sólo dos trabajando. Les echo las cuentas: dos trabajaban en Zanussi, otros dos en Tabacalera, otro en Permolca, otros dos en bancos, otro más en Iberdrola, uno que se fue a Madrid y estaba en Televisión Española, y por último, otro que se jubiló del todo, pues falleció hace unos años y estoy seguro de que Dios lo tiene en el cielo, no porque fuera amigo nuestro, que algo es probable que sí cuente, sino porque era un tío muy «majo» y además un gran deportista. Total, que todos están prejubilados, menos otro y yo. Así que empiezo a encontrarme como desclasificado, o sea, fuera de mi clase. Es como si la «seño» hubiese mandado a todos los «compas» al recreo menos a dos, y sin ninguna razón aparente, pues los castigados hemos sido buenos y nos hemos sabido bien la lección. Fíjense si hemos sido buenos y nos hemos aprendido bien la lección, que llevamos cuarenta años trabajando, y cotizando claro está. Y va el señor ministro de Trabajo y dice que nos vamos a tener que quedar hasta los setenta años en «el curro», o sea, en mi caso y en el de mi amigo, el que todavía me queda trabajando. Nos vamos a tirar más de cincuenta años currando y cotizando. Nos dará esto derecho a algo, aparte de este cabreo contenido que tenemos. Porque además, si somos buenos y nos quedamos sin recreo otros cinco años más, que son diez o quince más que nuestros «compas», ya saben ustedes, los que ya están en el recreo, (a los de Tabacalera los jubilaron con cincuenta y cuatro años) dice que nos dan un máximo de un tres por ciento, que seguro que cuando echen las cuentas no llega y se queda en un dos. Así que para no equivocarme, tres por cinco igual a quince por ciento más, pero si nos vamos al recreo cinco años antes, nos quitan casi un cuarenta por ciento. ¿Ah! a mi amigo el de Televisión no le han quitado nada, más bien le han dado, (o eso le entendí cuando me lo contó) qué cosas. Será porque lo pagamos entre todos. Que ustedes no lo entienden, pues nosotros tampoco, lo más seguro es porque mi amigo y yo somos «de números» y los del gobierno deben de ser «de letras». Pero en toda tierra de garbanzos cinco años son cinco años, así que estamos como siempre, con lo del embudo, lo ancho «patí» y lo estrecho «pamí». Si a mí me quitan casi un cuarenta por ciento del sueldo que me corresponde al jubilarme por irme cinco años antes, pues que me den lo mismo si me voy cinco años después, creo yo que sería lo justo. Conozco a uno que se quiere quedar, pero es que gana 5.000 euros al mes y con la jubilación se le quedan en 2.000, y eso creo que duele, así que no me vale como ejemplo.

Hace unos días veo que los sindicatos salen en manifestación pidiendo jubilaciones anticipadas para los funcionarios, dicen que la edad media de los empleados públicos del Gobierno es de 51 años y que hay que rebajarla ¿qué bien!, pienso yo; pero luego me doy cuenta de que ni mi amigo el que me queda «currando» ni yo, somos funcionarios, así que si consiguen algo, pues que tampoco nos toca. A este paso, me veo que en España nos vamos a quedar trabajando y de nuestra edad, sólo nosotros dos.

Parece ser que hay una fórmula de relevo por la cual uno se puede jubilar antes de tiempo sin perder parte de la jubilación, pero aparte de unos requisitos importantes, que a mí me parecen bien, entre otras cosas porque yo ya los cumplo, es si quiere hacerte el relevo tu «señorito». Y claro, ya estamos otra vez como siempre, que si el «señorito» quiere o que si el «señorito» no quiere, que si has sido bueno y sumiso o no has sido bueno y sumiso. Yo creo que todo esto debería de ir determinado por lo que uno ha cotizado a la Seguridad Social, tanto en cantidad como en tiempo, porque si no, se hace bueno el dicho ese de que «el que más pone, más pierde». Y claro, luego cuando nos dicen eso de que Hacienda somos todos, no se lo cree nadie. En fin, siempre nos quedará, a mi amigo y a mí, hacernos gallegos, nacionalistas y del gobierno; del gobierno gallego, se entiende. Pues allí con sólo tres años en el mismo, ya tiene uno derecho a jubilación. ¿Qué cosas!, oiga. ¿Se habrá enterado el señor ministro?

Publicado en el Periódico La Rioja, 18-03-2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

nose porque me da a mi que tienes ganas de jubilarte ?¿ o seran cosas mias...con lo bien que estas asi, jejeje. esta bien que puedas expresar tu opinion en la prensa, porque muchos estaran en tu misma situacion y se sentiran indentificados.