jueves, 24 de abril de 2008

Siete mil desaparecidos

Decía hace algunos días, el secretario de la FER-Comercio, David Ruiz Bacaicoa en un diario local, que habían desaparecido del centro de Logroño más de 7.000 aparcamientos en superficie. Y si él lo dice, será verdad. Pero lo primero que pensé es si habían existido tantos alguna vez. Llevo más de diez años sin encontrar uno. El aparcar en el centro de la ciudad, gratis se entiende, es una empresa digna de un paladín de esos de la Edad Media, que mataban dragones y enamoraban princesas. Esto de los aparcamientos es la asignatura pendiente de todos los ayuntamientos de España y parte del extranjero. Ninguno ha sabido conjugar el desarrollo urbanístico con el tecnológico, creando una ciudad donde convivan los ciudadanos con sus automóviles. Porque siendo el coche una de las principales fuentes de recaudación de ingresos e impuestos, léase gasolina, parking, talleres, seguros, etc., luego resulta que está mal visto que vayamos en coche por la ciudad. Entonces en qué quedamos: ¿compramos o no compramos coches? Porque claro, comprar un coche para luego dejarlo aparcado en el garaje de casa e ir andando a la zona peatonal, pues como que no es plan. La otra alternativa es aparcar en los aparcamientos privados, que te cuestan un ojo de la cara y que casualmente casi todos están hechos en terrenos públicos. Cómo me acuerdo de cuando me saqué el carné de conducir. Sólo había tres semáforos en Logroño, que unas veces respetábamos y otras no. Si se formaba una fila de siete coches y el último se tenía que esperar al próximo verde, cogíamos un ‘cabreo’ de campeonato.

Publicado en Periódico Gente 04/Abril/2008

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